FUNDAMENTACIÓN

 

“Uno de los frutos de la doctrina de la Iglesia en comunión, en estos últimos años, ha sido la toma de conciencia de que sus diversos miembros pueden y deben aunar esfuerzos, en actitud de colaboración e intercambio de dones, con el fin de participar más eficazmente en su misión eclesial. Los laicos ofrecen a las familias religiosas la rica aportación de su secularidad y de su servicio específico, porque también están llamados a participar en la misión pastoral de la Iglesia, primero con el testimonio de su vida y, en segundo lugar, con acciones en el campo de la evangelización, la vida litúrgica,  y otras formas de apostolado. 

Los carismas de los fundadores y las fundadoras, habiendo surgido para el bien de todos, deben ser de nuevo puestos en el centro de la misma Iglesia, abiertos a la comunión y a la participación de todos los miembros del pueblo de Dios. 

Conscientes de la necesidad de la participación de los laicos en nuestro carisma y misión, bajo el impulso del Espíritu Santo y secundando los deseos de la Iglesia, compartiremos la riqueza de nuestro carisma, espiritualidad y misión con los laicos. De este modo también haremos realidad el anhelo de nuestra Madre María Amada del Niño Jesús, de formar una legión de apóstoles del Divino Corazón. Por lo tanto trabajaremos en formar grupos de laicos impregnados de la espiritualidad y verdadera devoción al Sagrado Corazón de Jesús y de un gran amor a Santa María de Guadalupe. Todos ellos formarán parte de una asociación que se regirá por sus propios estatutos, siguiendo los lineamientos de la Iglesia y bajo el nombre de: Misioneros Laicos del Sagrado Corazón de Jesús y de Santa María de Guadalupe (MLSCGpe)”. (Constituciones de las MSCGpe, No. 71)  

Los laicos, por su parte, desde el Concilio Vaticano II, han tomado conciencia, poco a poco, de su compromiso en la Iglesia como verdaderos miembros del pueblo de Dios. Hoy, la aspiración de los laicos cristianos, es tomar en sus manos la responsabilidad de su fe y comprometerse activamente en la pastoral eclesial. Este hecho es un verdadero signo de los tiempos y una promesa para la Iglesia en el mundo. Las asociaciones e institutos religiosos han comprendido y acogido este nuevo soplo del  Espíritu de Dios que sigue  actuando en su Iglesia para renovarla en su caminar hacia el Reino.

 

  

 

 

  

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